martes, septiembre 20, 2011

Soledad

Escuché a un fantasma gritar mi nombre. Aquí, cerquita mio. Un clamor de enojo, de rabia ciega exigiendo voltear a verlo. Aulla desesperado desde la cueva donde muere escondido. Sin pan ni sal, nada por compartir. Vacío todo, en un silencio que ha sido su amante siempre.
El fantasma aun se escucha, e incluso se aparece ante mis ojos. Intenta jalar un último aliento que soporte su inexistencia. Quiere un poco de vida. Lo ha perdido todo, asesinando cada parte de él.
El fantasma no es recuerdo ni pesadilla. El fantasma solo es real para si mismo.
Invisible ya a todos los ojos, desaparecido de cualquier libro. Sin rostro y sin rastro. Sin padre ni madre. Ningún hogar que lo acaricie, ninguna tumba que lo acompañe.
Soledad. Absurda, eterna, justa. Soledad.

1 comentario: